Una cosa
interesante del gasto es que muchas veces se realiza sin realmente prestarle
atención. Esto es curioso puesto que el dinero del que disponemos siempre es
limitado. Cabría pensar que el uso que hiciéramos de él sería el más óptimo
pero esto no es así.
Para saber
en que gastamos podemos clasificarlo en base a 2 criterios: periodicidad
(corta, larga) y previsión (esperado, inesperado).
A
Son todas nuestras facturas y gastos corrientes
(hipoteca, compra de comida, guarderías, letras del coche, etc.)
B
En este apartado no debería aparecer ningún gasto. Si un gasto es
recurrente a corto plazo tiene que ser esperado. No obstante, hay gastos que
pueden surgir así, como puede ser una derrama de una vivienda.
C
Por ejemplo, lo son todos los
recibos anuales (seguros de coche y vida) , también los regalos de cumpleaños,
etc.
D
Una boda de unos amigos, una avería del coche, etc.
Una forma de
optimizar el gasto es planificarlo. La planificación de los gastos consistirá
en clasificar nuestros gastos en estas categorías y analizar cómo los vamos a
afrontar o reducir.
A: En este
apartado distinguimos dos tipos de gastos:
- Las facturas: Estas lamentablemente hay que hacerlas frente. Lo que podemos
hacer aquí es analizar si hay algún servicio prescindible (el gimnasio al que
no vamos, etc.) o si hay alguno que se pueda negociar (tarifa del móvil, luz,
etc.)
En el caso de deudas, como la hipoteca, tarjetas, etc., lo mejor es intentar cancelarla cuanto antes, por ejemplo haciendo aportaciones adicionales.
- Dinero para el gasto diario y salidas: Una forma de controlar esta partida es definir una cantidad fija semanal o mensual. De esta manera podremos controlar fácilmente desviaciones.
C: Estos
gastos suelen ser un descalabro en el momento que llegan. Una forma de
afrontarlos es dividirlos en cuotas mensuales que guardaremos para que en el
momento de realizar el pago tengamos disponible el dinero.
B y D:
Estos gastos son inesperados. Lo que podemos hacer es tener una partida de
ahorro para imprevistos que mes a mes iremos aumentando y de la que
descontaremos el gasto cuando se produzca.
Como se
puede ver la mejor forma de afrontar el gasto es conocerlo e intentar reducirlo.
Recuerda que muchos pocos hacen un mucho. No obstante, hay que vivir y el gasto
es inevitable. Lo que tendremos que intentar es que no nos suponga un trastorno
cuando se produce.