jueves, 4 de julio de 2013

Gestión del ahorro y planificación del gasto

La gestión del ahorro y la planificación del gasto son dos factores decisivos para el desarrollo económico de una persona.


¿Se ha preguntado alguna vez por qué muchas personas que ganan menos parece que el dinero les cunde mucho más? ¿Cómo con un sueldo similar o inferior al suyo pueden hacer más cosas? ¿Cómo parecen más tranquilos y felices a pesar de no tener unos grandes ingresos?


En este artículo se detalla la importancia del ahorro y la planificación del gasto tanto desde un punto de vista psicológico para la persona que lo realiza como desde un punto de vista financiero.

El ahorro es un término muy amplio. Según la RAE, se incluye dentro de la definición del ahorro el reservar parte del gasto ordinario, guardar dinero para necesidades futuras o evitar gastos o consumos mayores. En definitiva, el ahorro es toda acción encaminada a tener más dinero bien sea porque se guarda o porque no se gasta.

Cuando una persona cuenta con dinero ahorrado su posición ante las circunstancias económicas de la vida cambian radicalmente respecto a otra persona que no tiene esas reservas.  Situaciones tales como afrontar el fin de mes cuando no se tiene dinero disponible generan un gran estrés en la persona que lo sufre. Decisiones como la de un cambio de trabajo o la adquisición de un bien de precio elevado (casa, coche, etc.) se afrontan de una manera diferente según la economía de cada uno.

La necesidad de dinero a corto plazo hace que las decisiones tomadas no sean las óptimas en muchos casos, lo que puede llevar a situaciones financieras aún peores. Y esta necesidad no influye sólo en las decisiones en las que interviene el dinero sino que afecta de manera directa o indirecta en todas las decisiones que se toman. Cuando el cerebro está muy pendiente y centrado en un problema o actividad deja de percibir otros elementos ya que pone todos sus esfuerzos en el mismo. Esto genera que oportunidades y otras experiencias pasen totalmente desapercibidas, dejando a la persona en un círculo vicioso donde todo lo que le rodea le evoca su problema. Esto afecta directamente al ánimo de la persona.

La capacidad de ahorrar es, por tanto, imprescindible para que se puedan sentar unas bases de tranquilidad económica que permitan afrontar el resto de decisiones de la vida desde un plano más relajado y consciente.

Pero como se ha descrito anteriormente el ahorro no es sólo guardar dinero sino que se ahorra también no gastándolo o gestionando de manera adecuada estos gastos para evitar que el impacto que tengan en la capacidad financiera de la persona lo dejen en una situación incómoda.

En muchas ocasiones se piensa que el ahorro depende más de los ingresos que del gasto que se haga pero una de las leyes de Parkinson menos conocidas nos indica que el gasto aumenta hasta cubrir todos los ingresos.

Este principio es fácilmente observable entre las personas de su entorno. Prácticamente todas las personas a las que pueda preguntar le indicarán afirmaciones del estilo de “No me llega”, “El dinero no da para nada”, etc. Esto se debe, salvo casos excepcionales, a que la persona incurre en unos gastos mayores cuando sus ingresos aumentan.

También se pueden observar casos en los que sucede todo lo contrario. Que con un sueldo medio se pueden acometer muchas cosas. En este caso es la planificación y priorización de los gastos la que marca la diferencia a los ojos del observador externo.

Es importante entender que el dinero es limitado y por tanto es fundamental decidir en qué se va a gastar y que se va a obtener a cambio.

Por ejemplo, en la compra diaria de productos de alimentación se incurren en gastos que si se analizaran de manera numérica sorprenderían pero que pasan desapercibidos por la cantidad neta que suponen en el momento de la compra. Según la OCU la diferencia de precios de 1 litro de leche puede variar de 0,48 € a 0,89€. Supongamos, no los extremos, sino dos alternativas de similares características cuya diferencia neta de precio sea menor, digamos, 10 céntimos (0,60 y 0,70). El consumo de leche recomendado es de unos 3 vasos diarios (1 litro) para mayores de 3 años. Según el INE la familia media tiene en torno a 2,6 miembros, lo que supone un consumo anual de 949 litros. La diferencia de gasto en leche anual para una familia media con los supuestos anteriores de consumo y precios ronda los 95€. Seguramente, si la decisión fuera comprar un producto de entre 2 disponibles de similares características con precios de 100 y 195€ respectivamente la decisión de compra variaría considerablemente.

Es principalmente en el análisis y planificación del gasto y no en el ingreso donde radica la capacidad de ahorro de las personas. Y es en esta capacidad la que hace que con similares ingresos haya personas que puedan sacarle más al dinero.

Otro tópico en relación al ahorro y a los ingresos es pensar que se puede ahorrar sólo cuando se gana más. Como se ha explicado es bastante común gastar más cuando aumentan los ingresos. No sólo es común sino que hasta cierto punto es razonable. Por este motivo, no siempre que se ingresa más se está ahorrando más. La cantidad ahorrada no debe depender del gasto sino que debe ser una parte porcentual del ingreso para que se adecue a todas las circunstancias. Es evidente que una persona que gane más será capaz de ahorrar más en términos absolutos pero seguramente en términos porcentuales el ahorro pueda ser similar.

El ahorro recomendado por economistas e instituciones es aquel que permita cubrir los gastos que uno tiene durante al menos 1,5 o 2 años sin necesidad de ingresos. Como los gastos normalmente están adaptados a los ingresos si el ahorro se ha ido haciendo de manera porcentual a los ingresos se puede conseguir esta meta de manera adecuada para cada situación económica.

A principios de año, en Europa el 49% de las familias sólo disponía de ahorros para hacer frente a su nivel de vida durante 3 meses si dejara de percibir ingresos. (Noticia original)

Todos los factores expuestos nos conducen a la necesidad de realizar un ahorro continuado independientemente de nuestros ingresos y una planificación del gasto que nos permita maximizar las cosas que hacemos con el dinero disponible. Al fin y al cabo, hay que vivir y a ser posible vivir bien.