jueves, 21 de noviembre de 2013

¿En qué nos gastamos el dinero?



Una cosa interesante del gasto es que muchas veces se realiza sin realmente prestarle atención. Esto es curioso puesto que el dinero del que disponemos siempre es limitado. Cabría pensar que el uso que hiciéramos de él sería el más óptimo pero esto no es así.

Para saber en que gastamos podemos clasificarlo en base a 2 criterios: periodicidad (corta, larga) y previsión (esperado, inesperado).

 A

Son todas nuestras facturas y gastos corrientes (hipoteca, compra de comida, guarderías, letras del coche, etc.)

B

En este apartado no debería aparecer ningún gasto. Si un gasto es recurrente a corto plazo tiene que ser esperado. No obstante, hay gastos que pueden surgir así, como puede ser una derrama de una vivienda.

C

Por ejemplo, lo son todos los recibos anuales (seguros de coche y vida) , también los regalos de cumpleaños, etc.

D

Una boda de unos amigos, una avería del coche, etc.


Una forma de optimizar el gasto es planificarlo. La planificación de los gastos consistirá en clasificar nuestros gastos en estas categorías y analizar cómo los vamos a afrontar o reducir.

A: En este apartado distinguimos dos tipos de gastos:  

- Las facturas: Estas lamentablemente hay que hacerlas frente. Lo que podemos hacer aquí es analizar si hay algún servicio prescindible (el gimnasio al que no vamos, etc.) o si hay alguno que se pueda negociar (tarifa del móvil, luz, etc.) 

En el caso de deudas, como la hipoteca, tarjetas, etc., lo mejor es intentar cancelarla cuanto antes, por ejemplo haciendo aportaciones adicionales.  

- Dinero para el gasto diario y salidas: Una forma de controlar esta partida es definir una cantidad fija semanal o mensual. De esta manera podremos controlar fácilmente desviaciones.

C: Estos gastos suelen ser un descalabro en el momento que llegan. Una forma de afrontarlos es dividirlos en cuotas mensuales que guardaremos para que en el momento de realizar el pago tengamos disponible el dinero. 

B y D: Estos gastos son inesperados. Lo que podemos hacer es tener una partida de ahorro para imprevistos que mes a mes iremos aumentando y de la que descontaremos el gasto cuando se produzca.

Como se puede ver la mejor forma de afrontar el gasto es conocerlo e intentar reducirlo. Recuerda que muchos pocos hacen un mucho. No obstante, hay que vivir y el gasto es inevitable. Lo que tendremos que intentar es que no nos suponga un trastorno cuando se produce.
 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El ahorro

¿Por qué debo ahorrar?


El ahorro es fundamental para el buen funcionamiento de la economía doméstica. Los ingresos en la economía del hogar normalmente son limitados (sueldo, intereses, etc.) y por eso es importante separar una parte para el ahorro porque los gastos sino tenderían a “comerse” todos los ingresos. El ahorro es necesario para que la estabilidad financiera del hogar se mantenga, permitiendo afrontar periodos de carestía (paro, reducción de sueldos, enfermedad, jubilación, etc.) y aprovechando los periodos de bonanza.

Hay muchas teorías de cómo debe ser el ahorro de una familia pero al final es una decisión personal el cómo debe realizarse. Algunas de estas teorías hablan de porcentajes fijos, por ejemplo entre un 10 y 25 % de los ingresos. La ventaja de este método es que se adapta a circunstancias cambiantes de ingresos, pues varía en la misma proporción. Otras teoría hablan de valores fijos de ahorro: 100, 500, 1000 €, etc. Este sistema permite prever el dinero que se va a ahorrar pero puede ser difícil mantener este plan en determinados momentos donde los gastos aumenten de manera inesperada o se reduzcan los ingresos. También existe la teoría de los valores fijos, pero adaptándolos a los ingresos, aunque esto es básicamente una mezcla de ambas que deja a criterio del ahorrador lo que se quiere ahorrar en cada momento.

¿Cuántos tipos de ahorro existen?


El "ahorro base" es el ahorro más importante y debería ser el más grande. Se concibe como un grueso de dinero que a priori no se debe usar y que nos dará la seguridad para la gestión del resto y para hacer frente a cualquier situación que no se espere y que pueda afectar al bienestar familiar. Según la edad del ahorrador este ahorro se divide a su vez en 2, el "ahorro base normal" y el "plan de pensiones".









El primero, el "ahorro base normal" tendrá que tener un objetivo de cubrir un tiempo determinado los gastos de la familia (hipoteca, comida, seguros, etc.). Se conoce como libertad financiera el número de meses que se puede aguantar sin ingresos. El objetivo de este ahorro base será soportar unos 24 meses de los gastos habituales. Este ahorro lo gestionaremos con la mayor seguridad posible, sin arriesgarlo, por tanto se recomienda el depositarlo en cuentas de alto rendimiento y depósitos.

El segundo, el "plan de pensiones" hay que entenderlo como una cantidad de dinero que se guardará en previsión a la bajada de ingresos que se produce en el momento de la jubilación y que nos permitirá mantener el nivel de vida en ese momento. A pesar del nombre, no se refiere a ningún producto financiero, es decir, no es un Plan de Pensiones del banco X, sino a una reserva de dinero que no se va a tocar. Depende del ahorrador dónde y cómo quiere gestionarlo. El producto financiero Plan de Pensiones tiene la ventaja de que permite desgravar de Hacienda, pero el inconveniente de que al recuperarlo hay que hacer frente a los impuestos, los cuales pueden mermar considerablemente este ahorro. Otra opción, y a nuestro parecer mejor, es gestionarlo personalmente con depósitos. No se podrá desgravar de Hacienda y habrá que pagar los impuestos correspondientes al ahorro pero en el momento de necesitarlo no se perderá nada.

El segundo tipo de ahorro es el "ahorro de inversión". Este ahorro debería representar aproximadamente un máximo del 25% del porcentaje de ahorro total, es decir, si ahorramos con porcentajes y usamos el 10%, esto será realmente un máximo del 2,5% de nuestros ingresos. Según nuestros conocimientos financieros este porcentaje podría variar, pero hay que tener cuidado de no arriesgar en exceso este dinero que tanto cuesta ahorrar. Este tipo de ahorro se invertirá, como su nombre indica, para que genere una mayor rentabilidad que el típico deposito o las cuentas de alto rendimiento. Las opciones son varias: bolsa, inmuebles, negocios, etc. La recomendación en este caso es que cada uno lo haga en la clase de inversión en que se sienta más cómodo y del que tenga más conocimientos pero sin arriesgar.

Por último, el tercer tipo de ahorro es el "ahorro de gastos esperados e inesperados". Este ahorro se realizará para cubrir en un futuro los gastos grandes que sabemos que vamos a tener (seguros de hogar, vida, coche, vacaciones, etc.). Funcionará del mismo modo que si pagásemos el gasto grande en mensualidades. El objetivo de hacerlo así es doble, por un lado el de tener el dinero disponible cuando el gasto llegue y que eso no suponga un sobreesfuerzo económico en el momento de hacer el desembolso y por otro lado el no necesitar de financiación externa lo cual nos ahorra los intereses de cualquier préstamo, por pequeño que sea, y nos genera los intereses que de este dinero hayamos podido obtener. Por ejemplo, si para vacaciones se solicita un crédito de 3000 €, tendremos que devolver entre un 15 y un 25% según la entidad que lo preste, lo cual supone entre 450 y 750 €, mientras que si lo vamos ahorrando poco a poco podemos obtener por él al menos 30 €, que puede no parecer mucho, pero junto a los intereses no pagados supone un ahorro total de 480 a 780 € .

jueves, 4 de julio de 2013

Gestión del ahorro y planificación del gasto

La gestión del ahorro y la planificación del gasto son dos factores decisivos para el desarrollo económico de una persona.


¿Se ha preguntado alguna vez por qué muchas personas que ganan menos parece que el dinero les cunde mucho más? ¿Cómo con un sueldo similar o inferior al suyo pueden hacer más cosas? ¿Cómo parecen más tranquilos y felices a pesar de no tener unos grandes ingresos?


En este artículo se detalla la importancia del ahorro y la planificación del gasto tanto desde un punto de vista psicológico para la persona que lo realiza como desde un punto de vista financiero.

El ahorro es un término muy amplio. Según la RAE, se incluye dentro de la definición del ahorro el reservar parte del gasto ordinario, guardar dinero para necesidades futuras o evitar gastos o consumos mayores. En definitiva, el ahorro es toda acción encaminada a tener más dinero bien sea porque se guarda o porque no se gasta.

Cuando una persona cuenta con dinero ahorrado su posición ante las circunstancias económicas de la vida cambian radicalmente respecto a otra persona que no tiene esas reservas.  Situaciones tales como afrontar el fin de mes cuando no se tiene dinero disponible generan un gran estrés en la persona que lo sufre. Decisiones como la de un cambio de trabajo o la adquisición de un bien de precio elevado (casa, coche, etc.) se afrontan de una manera diferente según la economía de cada uno.

La necesidad de dinero a corto plazo hace que las decisiones tomadas no sean las óptimas en muchos casos, lo que puede llevar a situaciones financieras aún peores. Y esta necesidad no influye sólo en las decisiones en las que interviene el dinero sino que afecta de manera directa o indirecta en todas las decisiones que se toman. Cuando el cerebro está muy pendiente y centrado en un problema o actividad deja de percibir otros elementos ya que pone todos sus esfuerzos en el mismo. Esto genera que oportunidades y otras experiencias pasen totalmente desapercibidas, dejando a la persona en un círculo vicioso donde todo lo que le rodea le evoca su problema. Esto afecta directamente al ánimo de la persona.

La capacidad de ahorrar es, por tanto, imprescindible para que se puedan sentar unas bases de tranquilidad económica que permitan afrontar el resto de decisiones de la vida desde un plano más relajado y consciente.

Pero como se ha descrito anteriormente el ahorro no es sólo guardar dinero sino que se ahorra también no gastándolo o gestionando de manera adecuada estos gastos para evitar que el impacto que tengan en la capacidad financiera de la persona lo dejen en una situación incómoda.

En muchas ocasiones se piensa que el ahorro depende más de los ingresos que del gasto que se haga pero una de las leyes de Parkinson menos conocidas nos indica que el gasto aumenta hasta cubrir todos los ingresos.

Este principio es fácilmente observable entre las personas de su entorno. Prácticamente todas las personas a las que pueda preguntar le indicarán afirmaciones del estilo de “No me llega”, “El dinero no da para nada”, etc. Esto se debe, salvo casos excepcionales, a que la persona incurre en unos gastos mayores cuando sus ingresos aumentan.

También se pueden observar casos en los que sucede todo lo contrario. Que con un sueldo medio se pueden acometer muchas cosas. En este caso es la planificación y priorización de los gastos la que marca la diferencia a los ojos del observador externo.

Es importante entender que el dinero es limitado y por tanto es fundamental decidir en qué se va a gastar y que se va a obtener a cambio.

Por ejemplo, en la compra diaria de productos de alimentación se incurren en gastos que si se analizaran de manera numérica sorprenderían pero que pasan desapercibidos por la cantidad neta que suponen en el momento de la compra. Según la OCU la diferencia de precios de 1 litro de leche puede variar de 0,48 € a 0,89€. Supongamos, no los extremos, sino dos alternativas de similares características cuya diferencia neta de precio sea menor, digamos, 10 céntimos (0,60 y 0,70). El consumo de leche recomendado es de unos 3 vasos diarios (1 litro) para mayores de 3 años. Según el INE la familia media tiene en torno a 2,6 miembros, lo que supone un consumo anual de 949 litros. La diferencia de gasto en leche anual para una familia media con los supuestos anteriores de consumo y precios ronda los 95€. Seguramente, si la decisión fuera comprar un producto de entre 2 disponibles de similares características con precios de 100 y 195€ respectivamente la decisión de compra variaría considerablemente.

Es principalmente en el análisis y planificación del gasto y no en el ingreso donde radica la capacidad de ahorro de las personas. Y es en esta capacidad la que hace que con similares ingresos haya personas que puedan sacarle más al dinero.

Otro tópico en relación al ahorro y a los ingresos es pensar que se puede ahorrar sólo cuando se gana más. Como se ha explicado es bastante común gastar más cuando aumentan los ingresos. No sólo es común sino que hasta cierto punto es razonable. Por este motivo, no siempre que se ingresa más se está ahorrando más. La cantidad ahorrada no debe depender del gasto sino que debe ser una parte porcentual del ingreso para que se adecue a todas las circunstancias. Es evidente que una persona que gane más será capaz de ahorrar más en términos absolutos pero seguramente en términos porcentuales el ahorro pueda ser similar.

El ahorro recomendado por economistas e instituciones es aquel que permita cubrir los gastos que uno tiene durante al menos 1,5 o 2 años sin necesidad de ingresos. Como los gastos normalmente están adaptados a los ingresos si el ahorro se ha ido haciendo de manera porcentual a los ingresos se puede conseguir esta meta de manera adecuada para cada situación económica.

A principios de año, en Europa el 49% de las familias sólo disponía de ahorros para hacer frente a su nivel de vida durante 3 meses si dejara de percibir ingresos. (Noticia original)

Todos los factores expuestos nos conducen a la necesidad de realizar un ahorro continuado independientemente de nuestros ingresos y una planificación del gasto que nos permita maximizar las cosas que hacemos con el dinero disponible. Al fin y al cabo, hay que vivir y a ser posible vivir bien.